Impresiones de Grounded

Grounded

Jugamos la primera media hora del mundo en miniatura de Grounded

Había muchas ganas de descubrir cuál sería el primer desarrollo de Obsidian como estudio propio de Microsoft tras su adquisición en 2018. Expertos en el desarrollo de aventuras roleras con fuerte componente de acción, nada hacía presagiar que su próxima propuesta fuera a adentrarse en un género tan en boga actualmente como los survival RPG. Porque eso es lo que nos proponen en Grounded: una experiencia de superviencia pura y dura.

La versión de acceso anticipado de Grounded que hemos podido disfrutar gracias al programa Insider Flight de Xbox nos permite experimentar lo que suponemos es la primera media hora de juego (la demostración está limitada a 30 minutos). Y aunque este tiempo pudiera parecernos poco, creedme, dan para mucho.

El comienzo de una historia

No podemos comentar gran cosa acerca de la trama de Grounded. Al comenzar la partida, y tras seleccionar entre los 4 personajes disponibles (dos chicos y dos chicas, sin aparentes diferencias más allá de las estéticas), nos situamos dentro de lo que parece una cueva. Al aventurarnos fuera de ella pronto empezamos a sospechar que algo no va del todo bien.

La primera pista es la vegetación: demasiado parecida tanto en forma como disposición a la hierba de un jardín cualquiera, pero mucho más alta. Observamos una estructura extraña en el extremo superior de una de las briznas; al acercarnos vemos con sorpresa como resulta ser una gota de agua increíblemente grande. No, las cosas claramente no van bien.

La clave definitiva nos la da un sonido de pasos a nuestro costado: esperaríamos ver algún animal o incluso algún otro humano pero lo que nos encontramos es una hormiga de nuestro mismo tamaño. Y entonces, todo empieza a encajar; hemos menguado hasta el tamaño de un insecto y el entorno en que nos hallamos es el jardín de una casa.

O el edificio es muy grande, o nosotros muy pequeños

Grounded, a expensas de conocer más detalles de su argumento, parece beber de películas clásicas como “Cariño, he encogido a los niños” en el cual se nos saca de la zona de confort para llevarnos a un entorno donde nuestras dimensiones han sufrido un dramático cambio.

En el camino de asumir la nueva situación, es el momento de empezar a prepararnos para sobrevivir en un entorno cuanto menos hostil. Porque algunas de las hormigas que nos encontramos nada más salir de la cueva no son especialmente amigables y se disponen a atacarnos. Tras un primer intercambio de golpes usando los puños, descubrimos que no van a ser suficientes para sobrevivir en el mundo de Grounded. Es hora de observar el entorno.

Dispersos por el suelo encontramos diversos objetos que guardar en la mochila. Una roca por aquí, una rama por allá. De repente avistamos una cabaña con un ordenador que nos indica que está dispuesto a analizar los objetos que le llevemos (eso sí, con un límite de inspecciones para usar hasta necesitar de recarga). Al mostrarle la piedra y las ramas se nos anima a combinarlos para crear un hacha. O un martillo. O, combinado con otros elementos, hasta una tienda de campaña.

Cada cierto tiempo podremos examinar los objetos que encontremos para, quién sabe, descubrir nuevas recetas de creación

Grounded nos propone, por tanto, experimentar con distintas combinaciones de elementos, llamadas recetas, para crear (“craftear”) los diferentes objetos que necesitaremos para salir adelante en este mundo inhóspito. Dentro de las posibilidades de construcción tendremos desde armas a ítems que nos ayudarán a recuperar la vitalidad, pasando por elementos como lugares de refugio o marcadores de objetivos.

¿Alguien ha dicho insecto a la brasa?

Con cada nuevo objeto que hallemos se nos abrirán nuevas posibilidades de creación aunque, a menudo, tendremos que buscar concienzudamente para localizar algunos de los elementos necesarios para una receta concreta como, por ejemplo, los tallos de hierba reseca. Otras veces tendremos que usar las armas que hemos creado para conseguir materiales; no se nos guía para saber cómo obtener cada uno de ellos pero tampoco se nos niega ninguna posibilidad. El mundo está ahí, para que lo observes, lo vivas, lo sufras.

En el menú de juego podemos ver los diferentes objetos a construir y los elementos que necesitamos para poder crearlos

Una misión que nos da pistas de cómo será el juego

En la versión de prueba se nos asigna una pequeña misión consistente en observar el funcionamiento de un dispositivo electrónico. Lo que podría ser un simple mando a control de un juguete se torna en Grounded en una estructura del tamaño de una casa. Al ponerlo en funcionamiento se nos asignan otras dos misiones relacionadas con asegurar un buen funcionamiento de este.

Una de ellas conlleva que nos adentremos en una cueva de escasa visibilidad; podemos afrontarlo casi a ciegas pero la experiencia (y los bichos que viven dentro de la cueva) nos aconsejan afrontar la construcción de una antorcha. Esto ha sido una constante dentro de la experiencia jugable: podemos decidir en todo momento cómo afrontar las situaciones, aunque algunas opciones son claramente más recomendables.

Este es el interior de la máquina que tendremos que inspeccionar. Cuidado con sus habitantes …

Solucionar ambas misiones suponen el final del contenido obligatorio de la experiencia que actualmente nos ofrece Grounded pero, si aún nos quedan minutos, podemos explorar libremente el inmenso escenario en el que nos situamos. Una de las tareas que también tienen gran importancia es el asegurar el bienestar en sí de nuestro personaje; hemos de asegurarnos de que esté correctamente alimentado e hidratado.

A falta de pan, buenas son las setas

El menú de momento no es muy variado: aparte de unas setas que recogemos por el camino, poco más hay para comer salvo que nos inclinemos por probar qué tal saben los insectos. Respecto a la bebida, la mayor parte del agua que encontramos está estancada aunque, como dijimos antes, hay alguna gota de agua pura en la cima de las briznas de hierba. Quizá lanzando una piedra podríamos hacerla bajar …

En todo momento hemos de vigilar las constantes vitales de nuestro personaje: hemos de hidratarle y alimentarle con frecuencia si queremos sobrevivir

Una fauna que no nos pondrá las cosas fáciles

Hablando de insectos, los que viven en el mundo de Grounded no son especialmente pacíficos. Sí que habrá algunos a los que podemos derrotar fácilmente con rocas o hachas pero en muchas ocasiones hemos tenido que huir al no poder abatir a arañas enormes. O mariquitas. Porque no sólo de arañas vive Grounded; hay una gran variedad de bichos poblando el jardín.

Esta mariquita parece agradable. No lo es.

A veces la huida no es todo lo fructífera que uno querría y perderemos la vida. En este punto el juego nos resucita y nos dispone en el último punto de reaparición que hubiéramos fijado. Afortunadamente, se nos indica la posición de nuestra mochila (y las pertenencias que lleváramos en ese momento) así que tendremos que correr para recuperarlas y, probablemente, huir del sitio lo más rápido posible.

Podremos crear nuevos puntos donde reaparecer mediante la construcción de refugios, acción que presuponemos será básico para el progreso en la versión final de Grounded.

Cuando morimos, hemos de encontrar nuestra mochila y recoger todo el equipamiento que llevábamos salvo que, y no es recomendable, quieras empezar desde cero

Siendo honestos, el título sí que nos hace sentir la necesidad de buscarnos la vida para, irónicamente, sobrevivir. En todo momento sentimos en el cogote una sensación de peligro que nos impulsa a no quedarnos quietos en el sitio durante mucho tiempo. Aunque la pequeña porción de historia que hemos podido experimentar no goza de gran complejidad, sí que hemos muerto alguna vez y hemos tenido que replantearnos la manera en que afrontar las misiones, aprendiendo que el camino más corto entre dos puntos no tiene por qué ser siempre la línea recta.

Resulta sorprendente ver tan grande un objeto tan minúsculo como puede ser una caja de caramelos de menta

Un rendimiento técnico que cumple

En cuanto al aspecto técnico, luces y sombras. Gráficamente Grounded es cumplidor; los diferentes objetos e insectos aparecen bien representados pero sin alardes. Es curioso ver el nivel de detalle con el que se han representado elementos ahora agigantados como puede ser una bola de béisbol o una lata de refresco.

Su rendimiento es aceptable, sin notar ninguna caída de fps aunque sí se aprecia un notorio popping al avanzar por el enorme escenario de juego que, por cierto, carece de carga entre zonas. Por defecto tendremos una vista en primera persona pero, si lo deseamos, podremos jugar también viendo a nuestro personaje en pantalla.

Se nos presenta la posibilidad de jugar a Grounded en tercera persona

A modo de curiosidad, el título tiene opciones de accesibilidad especiales para aquellos/as que sean aracnofóbicos; en este caso se proporcionará ayuda especial visual cuando nos encontremos cerca de ellos para asegurar el disfrute de todo tipo de público.

No vamos a engañar a nadie. Arañas hay, y muchas.

Respecto al sonido poco podemos decir. La banda sonora simplemente acompaña, estando el punto fuerte de Grounded en los efectos de sonido, que nos serán muy útiles para adelantarnos a los peligros que nos acechen. Actualmente no cuenta con ningún tipo de doblaje y, en la versión testada, no está traducido al castellano, cosa que esperemos cambie para el lanzamiento real del mismo.

A la vista de lo que hemos podido probar, Grounded da lo que promete. Una experiencia de supervivencia en un entorno hostil donde la novedad reside en el cambio de tamaño de los personajes. Aún sin tener detalles sobre la trama, el título ya ha sacado su carácter insectil: nos ha picado la curiosidad y no tenemos otra que esperar hasta el 28 de Julio para adentrarnos aún más en su propuesta.